16 dic 2007

Cine para adultos

Si durante dos horas y media no se oye una mosca en el cine y ninguno de los asistentes, de media mayores de 50 años a las cinco de la tarde, se mueve es que algo importante sucede en la pantalla.


Ese erotismo abrasivo no es fingido, no pretende actuar como reclamo morboso para la taquilla, te hace comprender lo que sienten los personajes, la complejidad de lo que les está ocurriendo, la batalla entre su racionalidad y su deseo. Esa carnalidad desesperada posee tensión y clima, riesgo y autenticidad.


Es una película a la que se le pueden disculpar los baches, ya que te compensa con explosiones de gran cine, con una estética notable, con la enorme capacidad de su director para hacer emocionantes y creíbles los amores más tortuosos y torturados, las flores del mal. A ello contribuye el admirable Tony Leung, hermético, cruel, atormentado y pragmático.

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